Fuentes de la Generalitat han criticado la falta de sensores suficientes y fiables en los barrancos de la demarcación del Júcar, señalando esta carencia como un factor clave en la catástrofe que tuvo lugar el pasado 29 de octubre. Según estas mismas fuentes, la ausencia total de dispositivos técnicos en el barranco de la Horteta impidió a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) emitir los avisos necesarios sobre el riesgo de crecidas, lo que contribuyó a que poblaciones como Torrent y Paiporta quedaran anegadas por un caudal desbordado de más de 2000 metros cúbicos por segundo.
La Generalitat califica como “alarmante” la falta de medidores en puntos críticos, como el barranco de Horteta, y señala que esto dificultó la labor del Centro de Emergencias, que no recibió ninguna advertencia sobre el peligro inminente. Esta omisión resulta especialmente grave, considerando que el caudal registrado en el barranco fue cinco veces superior al del río Ebro en condiciones normales.
Además, la CHJ ha reconocido públicamente que los medidores en la demarcación del Júcar son obsoletos y que no se realizaron supervisiones in situ durante el temporal, lo que agravó la falta de información precisa sobre la situación en tiempo real. Este hecho pone de manifiesto una deficiencia estructural en el sistema de monitoreo y gestión del organismo de cuenca.
La Generalitat exige explicaciones urgentes a la CHJ por su actuación durante las inundaciones, calificándola de insuficiente y poco eficiente. Desde la administración regional, reclaman una rendición de cuentas clara sobre por qué no se emitieron alertas oportunas y se omitiría información crucial que podría haber minimizado el impacto de las riadas.
Las críticas ponen el foco en la necesidad de actualizar los sistemas de monitoreo y supervisión de caudales para prevenir futuras catástrofes en una región especialmente vulnerable a fenómenos meteorológicos extremos.