Villar del Arzobispo ha abierto sus puertas al público para revelar los yacimientos de la Edad de Bronce y una aldea íbera con dos poblados superpuestos.
Este viaje al pasado nos permite conectarnos con nuestros antepasados y descubrir que los primeros pobladores de esta región ya se dedicaban, de manera distinta pero similar, a sectores que hoy en día son señas de identidad de la comarca: el aceite y la miel, por ejemplo.
El Puntal de Cambra, datado en el 1500 a.C. de la Edad de Bronce, y La Seña, que alberga dos poblados íberos superpuestos con restos de una almazara, son los dos yacimientos que han sido recuperados gracias a las ayudas proporcionadas por la Diputació de València.
Estas ayudas han permitido el mantenimiento del servicio de visitas turísticas y didácticas, así como la exposición de los hallazgos en museos. Además de las visitas programadas que se ofrecen varias veces al año, también es posible concertar visitas contactando directamente con el ayuntamiento de Villar del Arzobispo. Para aquellos que prefieran explorar la zona por su cuenta, se han instalado paneles explicativos, un mirador virtual y una audioguía, todo ello diseñado para interpretar todos los hallazgos realizados en estos dos yacimientos.
El Puntal de Cambra, descubierto por Vicente Llatas Burgos y excavado por el Servicio de Investigación Prehistórica (SIP) de la Diputació de València bajo la dirección de José Alcácer Grau, cuenta con numerosas estructuras notables, como una muralla, una torre cuadrangular y varios muros defensivos. Este yacimiento ha sido objeto de estudio y análisis detallados, revelando una visión fascinante de la vida en la antigua Edad de Bronce.
Por otro lado, La Seña, una aldea también excavada por el SIP de la Diputació de València bajo la dirección de Helena Bonet Rosado, presenta dos niveles íberos superpuestos. Se ha datado un poblado entre el 525 y 450 a.C., seguido de un segundo poblado entre el 425 y 125 a.C. Este hallazgo confirma un cambio y una ruptura entre las dos etapas que marcan el período íbero y el íbero superior, proporcionando pruebas de la transición desde el íbero antiguo hasta el íbero pleno.
Este yacimiento ha permitido a los investigadores reconocer una comunidad agrícola que dependía principalmente de la explotación agropecuaria. Entre los descubrimientos más notables se encuentra una almazara con dos prensas para la obtención del aceite, demostrando la importancia de la producción oleícola en esta aldea durante más de 2.000 años.