Imagínese una mano que, con un buril, incide sobre la plancha de metal. La línea surge con la precisión de un surco en la memoria. Luego otra. Y otra. Cuando la tinta impregna esos surcos y el papel la recibe, la imagen emerge con la misma determinación con la que un recuerdo resiste la erosión del tiempo. Así es el grabado: una forma de persistencia, de inscripción en la materia, de combate contra la disolución. Un arte de sombras y luces, de paciencia y obsesión, de resistencia frente al olvido.
La Primera Bienal Internacional de Grabado Manuel Boix de L’Alcúdia nace de esa misma resistencia, de la necesidad de rendir homenaje a un arte que, en un mundo saturado de pantallas y píxeles, persiste con la terquedad de las cosas que tienen alma. Porque el grabado no es solo una técnica: es una forma de contar, de testimoniar, de hacer visible lo invisible. Por eso, este certamen no solo premia la excelencia artística, sino que también rinde tributo a Manuel Boix, artista, creador y memoria viva de su tierra. Un hijo predilecto de L’Alcúdia que supo entender que, en cada línea trazada sobre el metal, hay una verdad esperando ser revelada.
En esta primera edición, el concurso ha reunido a 43 artistas de España, México, Italia, Polonia, Reino Unido y Colombia, con un total de 66 obras presentadas. Tras una minuciosa selección, un jurado de prestigio, compuesto por Sara Vilar, doctora en Bellas Artes y profesora del Departamento de Escultura de la Universitat Politècnica de València; Susana Guerrero, doctora en Bellas Artes y profesora investigadora en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández; y Aureli Domenech, concejal de Cultura en representación del Ayuntamiento de L’Alcúdia, ha escogido 18 obras, permitiendo que el visitante se sumerja en una exposición cargada de texturas, matices y silencios, como solo el grabado sabe articular.
Entre todas ellas, dos han sido reconocidas con el máximo galardón: Una vesprada qualsevol, de Paula Arnandis, en la sección de grabado clásico, y Polimpresión n.º 1, de Francisco Jesús Redondo, en la sección de innovación.
Pero no todo ha sido sencillo. Como un grabado en sí mismo, esta bienal ha exigido esfuerzo, paciencia y, en ocasiones, lucha contra la adversidad. Tras la DANA que golpeó la región, la cultura tuvo que imponerse a la destrucción. Dos obras afectadas por la riada, Rama i pruno, de Ixone Gil, y Scraps, de Elena Jiménez, han sido restauradas por la Concejalía de Cultura, bajo la pericia de Ana Boix, con el mismo cuidado con el que se rescata un recuerdo. Porque la memoria, como el arte, es frágil, y cada gesto de conservación es también un acto de respeto al trabajo del creador.
La Primera Bienal Internacional de Grabado Manuel Boix de L’Alcúdia estará abierta en la Casa de la Cultura de L’Alcúdia del 14 de febrero al 21 de marzo.
Porque el grabado, como la vida, es un arte de impresiones. Y esta bienal, sin duda, dejará la suya.