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El terremoto monclovita protagonizado por el Presidente del Gobierno el sábado va a tener serias consecuencias, negativas en general, para la Comunitat Valenciana. Los cambios de ministros rebajan el poder valenciano en Madrid.
Más allá de filias o fobias hacia José Luis Ábalos y su discutida gestión en el Ministerio de Fomento (me gusta llamarlo como toda la vida, soy un nostálgico de ciertas cosas), con los
J.E. Aguar
escándalos del ‘Delcy Gate’ o las ayudas a la aerolínea Plus Ultra, o que detengan por corrupción a un Subdelegado del Gobierno como Rafael Rubio puesto por sus afines, la realidad es que la Comunitat Valenciana había recuperado un cierto pulso inversor del Estado que es muy necesario.
El túnel pasante de Valencia, el Corredor Mediterráneo o el apoyo a la ampliación del Puerto de Valencia son cuestiones que con la nueva ministra pueden verse ralentizadas u olvidadas directamente; y es que un ministro que conozca la tierra y tenga sensibilidad con ella es importante.
Decir que teníamos tres ministros valencianos es faltar a la verdad; Pedro Duque era un cunero que bien podría haber encabezado la lista de Lugo como de Tarragona y al que le tocó Alicante, y José Manuel Rodríguez Uribes nació en Valencia pero toda su carrera la ha hecho en la Asamblea de Madrid. Ahora cambiamos un Ministro al frente de Fomento por una Ministra sin experiencia fuera del municipalismo en una cartera como Ciencia y Tecnología que sí, gestionará el próximo año muchos fondos europeos, pero cuyo peso político no se acerca, ni de lejos al cuestionado Ábalos.
Y esto no es bueno para la Comunitat Valenciana, aunque sí para Ximo Puig. El President de la Generalitat se quita de un plumazo de en medio a la principal familia opositora para renovar su liderazgo en el congreso de noviembre, con lo que previsiblemente la contestación interna será mínima o nula, y de paso premian a una alcaldesa muy próxima a Puig, que por su perfil y su escaso peso político difícilmente podrá defender ningún interés de la Comunitat Valenciana en Moncloa.
Y todo eso se lo da Pedro Sánchez a Ximo Puig, evidentemente a cambio de algo. Este Presidente del Gobierno pone precio a todo, excepto a su ego, imposible de tasar.
Mi intuición política me dice que parte del precio a pagar será olvidar la reivindicación de una financiación autonómica justa, y que si se llega a aprobar una nueva financiación, que volverá a beneficiar con mucho a las autonomías más independentistas, Puig no elevará la voz y asumirá que su liderazgo bien vale que más de 5 millones de valencianos volvamos a ser vejados y menospreciados por el Gobierno de España.
Y mientras, al otro lado de la calle, en el PP, encajan este cambio ministerial con esa falta de cintura política que es tan habitual en los hombres y mujeres de Pablo Casado. Un discurso muy oficial que les ha pillado con el pie cambiado.
Los cambios de perfil en los ministros suponen un riesgo para Pablo Casado, que se veía en la Moncloa en noviembre de 2023 y que debe tener mucho cuidado, porque el PSOE ha reforzado el Gobierno con perfiles mucho menos tecnócratas y mucho más políticos, con un guiño a lo municipal muy importante. Si cuaja políticamente el nuevo equipo de Sánchez la carrera de fondo de algo más de dos años que le queda a Pablo Casado se le puede hacer muy larga, especialmente cuando hay miles de millones de fondos europeos para gestionar en un breve plazo.
Por no hablar del revés que supone para el PP la pérdida de las alcaldías de Murcia y Granada, un problema que para muchos habrá pasado desapercibido pero que le hace mucho daño a los populares allí donde se ganan los votos uno a uno que consiguen dar la vuelta a la tortilla electoral, en clave municipal.
Por cierto, un apunte para acabar, con la dimisión de Ábalos con Secretario de Organización el invierno se le puede hacer muy corto a mucho “abalista” de primera hora que ha tocado un cargo público gracias al ex Ministro. En el PSOE los ganadores no suelen hacer rehenes, y si Puig sale tan reforzado de este movimiento como parece, más de uno o de una deberá ir buscando acomodo en la cola del paro a la espera de tiempos mejores. Puede que no se coman ni los turrones.
José Enrique Aguar
Presidente Nacional de CONTIGO