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La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un consumo medio máximo de 5 gramos de sal al día y enmarcar su consumo en una dieta saludable basada principalmente en alimentos vegetales.
La Asociación de Salinas Marinas de España (Salimar) también recuerda que la sal marina, por su accesibilidad (al final es un producto que está en cualquier despensa) es un vehículo idóneo para aportar a poblaciones vulnerables nutrientes esenciales como el yodo.
Respecto al sodio, son varios los estudios publicados en revistas científicas de prestigio que demuestran que las dietas con una drástica restricción de sodio se podrían correlacionar con un mayor riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares y de hospitalización por insuficiencia cardíaca como el estudio multicéntrico publicado en la prestigiosa revista JAMA que comparó la excreción urinaria de sodio y potasio con el riesgo de eventos cardiovasculares.
La relación entre bajo consumo de sal e insuficiencia cardiaca no es nueva ya que también fue abordada en una interesante revisión Cochrane que analizó los datos de siete estudios con casi 7.000 participantes.
Del mismo modo, las dietas muy bajas en sal se asociarían con un aumento de la resistencia a la insulina en sujetos sanos que, en última instancia, podría derivar en el desarrollo de enfermedades como la Diabetes tipo II. Así lo confirmó una investigación publicada en la revista científica Metabolism en su número de julio de 2011.
La sal marina es, por tanto, un mineral imprescindible en una dieta equilibrada y no hay evidencia científica que recomiende eliminar su consumo, salvo por recomendación médica en determinados estados de salud. Además, la sal marina elaborada en las salinas españolas no solo conserva todos los oligoelementos presentes en el agua del mar, sino que supone un recurso natural sostenible y respetuoso con el planeta.
Ello se debe a que las salinas marítimas ayudan a conservar el ecosistema y a preservar la biodiversidad asociada a estos humedales salobres. Igualmente, la producción de sal marina solo emplea recursos naturales como son el mar, el viento y el sol, a diferencia de la sal vacuum (por evaporación forzada) o la sal de mina, cuya huella de carbono es elevada.